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El misterio de la calle de las Glicinas

“El misterio de la calle de las Glicinas” de Núria Pradas es un libro que trata de como a la salida del trabajo. Marc acude a su cita con Elena su novia. Una muchacha de melena negra se cruza en su camino. Marc la sigue y nunca llega a su cita con su novia Elena. La policía abre una investigación para esclarecer la desaparición de Marc, pero su hermano Guille y Elena deciden buscarlo por su propia cuenta y no quedarse de brazos cruzados. En el transcurso de la búsqueda de Guille y Elena para encontrar a Marc se topan con Delia en el metro a quien ellos no conocían, Delia  es una escritora que el día de la desaparición vio cuando Marc persiguió a la muchacha  hasta llegar a la calle de las Glicinas, ese era un lugar solitario y tranquilo, allí se encontraba una casa abandonada, y fue ahí donde la muchacha llevó a Marc. Elena se sintió un poco triste al escuchar lo que estaba diciendo Delia. La  expectora subinspector a Rovira quien los acompañó en este caso.


Llegó un momento en el cual ellos se rindieron, pero volvieron y se levantaron y continuaron la investigación. Después de muchos días de investigación Guille entró a la casa, cuando entró vio y escuchó cosas, pero por suerte pudo escapar. La casa por dentro era totalmente oscura, incluso de sólo verla por fuera daba miedo, También daba más miedo que esa calle fuera tan solitaria y que ningún carro pasara por ahí. Junto con la subinspectora decidieron descubrir ese misterio de aquellas escaleras que había visto Guille. Delia estaba asustada, estaban unos detrás de otros. Guille ya que conocía el lugar no estaba tan asustado como ellas.  Lo seguía la su inspectora y Delia cerraba la fila. No hablaban. Los animaba avanzar, Tal vez, el hecho de estar totalmente concentrados en llegar al final de aquella escalera y descubrir el secreto que escondía. Para Guille, ya era un verdadero éxito haber llegado más lejos que la vez anterior. Quizás por el hecho de ir acompañado avanzaba con ánimo, casi sin miedo. Pero al llegar abajo, se llevaron la decepción más grande de su vida. Esto es un sótano normal y corriente. Lleno de suciedad y humedad, como todos los sótanos del mundo. Ellos escuchaban cántico, Y esa canción era la que cantaba Damián. Ellos asomaron por el hueco. En la sala había una cincuentena de personas, entre hombres y mujeres. Las mujeres eran todas iguales, cortadas por el mismo patrón: delgadas, morenas, con largas. Melenas que les cubrían la espalda. Vestían túnicas blancas y, aunque sólo las podían ver de espaldas, desde su atalaya nada hacía pensar que fuera criaturas infernales. vieron la imagen de un hombre que ocupaba la parte más elevada de la sala, una especie de altar recortado en la piedra. El hombre vestía también una túnica blanca de ocultar el rostro bajo una máscara que, Como estaba de espaldas a los muchachos, no pudieron ver bien. A que el hombre demoníaco detuvo los cantos con un gesto de la mano empezó hablar una lengua extraña. era como una lengua del antiguo Egipto. Eso era como un sacrificio humano, Guille iba concientizando de que su hermano había sido elegido por aquel grupo como víctima y que estaba apunto de ser inmolado en honor de una especie de pajarraco con piernas. La subinspectora le disparó al sacerdote y amenazo a la audiencia con que llamaría a la policía.

Delia se desmayó.  Una hora más tarde, Delia estaba sentada cómodamente en una silla de un bar. La acompañaba a la subinspectora Rovira, su ayudante Roger y Guille.

A pesar de que era una calidad noche de verano, Delia temblaba. Estaba en lívida y lánguida, y no parecía la de siempre. Lo que había pasado con Delia fue que se perdió en un laberinto. O sea que el sótano de la casa era un gran laberinto. Era tan antiguo como la casa. Y los sinvergüenzas de su roca y su secta lo habían utilizado para hacer de las suyas hasta el momento. Delia no tenía tiempo de asimilar tantas cosas seguidas. Guille está muy feliz. Si ellos hubieran llegado minutos tarde al sótano Marc hubiera sido crucificado.


Marc tuvo mucho suerte de ser encontrado, porque esos muchacho no tuvieron la misma suerte que Marc. la mamá de Maria le pidió a Elena que los acompañara al hospital, ya que Elena la pasó muy mal todo ese tiempo.


La calle de las Glicinas quedado solitaria y oscura. Las últimas luces de automóviles de policía y de las ambulancias ya se habían apagado hacía rato. Dentro de la casa ya no quedaba nadie.

Únicamente la más absoluta soledad y el recuerdo de los crímenes que en ella se habían cometido.


En conclusión “El misterio de la calle de las Glicinas” es un libro que recomiendo mucho sobre todo para aquellos que le encantan el misterio y las aventuras.


Keren Rodríguez Ángeles

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