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El Patio Encantado

El Patio Encantado de Margarita Luciano López este libro trata de un grupo de niños y niñas que se divierten en un patio encantado donde la magia parece posible allí, hacían juegos y muchos niños iban a divertirse.

La Pova es una niña que aquella mañana fría de enero se despertó temprano. Se aseó  y se dirigió a casa de su tía Dilia y de sus primos y amigos más queridos. Fue ese día a la casa de su tía a cuadrar el juego que tendrían en el patio esa tarde. La Pova veía a su tía como la sustituta de su madre. Frecuentemente solía querer quedarse a vivir con su tía, pero no podía abandonar a su abuela, a quien amaba mucho. La Niña pensaba en el anhelo de la Navidad que la acompañaba en sus diez años: volver a ver a su madre, quien se había ido a lugares muy lejanos, “en búsqueda de mejor vida”. Así decía su abuela. Para su alma nada era más desagradable que soñar con su madre y no poder verla, sentirla, olerla, tocarla. Su madre solo existía en su imaginación, se alimentaba por fotografías y cartas que cada vez eran menos. No resivia respuestas sus interrogatorios de por qué su madre se fue, por qué no había vuelto, donde vivía y cuando regresaría. Esas son las preguntas que se hacia a diario La Pova. Ella recordó la promesa que hizo en casa de su tía Dilia, que era el deseo de que El Niño Jesús le dejara un a bicicleta el día de Noche Buena: No abusar de los más débiles.

No abusar de los más débiles, no abusar de los más débiles, repetía un eco en su pensamiento, sin pensar que solo actuaba.

La Pova constantemente escuchaba a personas y niños cantar , y bailar.


Una Hada de Noche comenzó a tender su mano de silencio y sombra sobre el Patio Encantado y cuando las últimas lucecitas del día se apagaron, una patrulla de niños cansados de jugar y alegres de gozar se dirigió a sus casas para usar el Ave María como se hace la mayor parte de los hogares.

Esa noche, La Pova soñó que su madre había regresado y se despertó contenta pensando que la encontraría en su casa. Después comprobó que solo era un sueño y prometió trabajar para hacerlo realidad. Pensaba en cómo iba a reaccionar cuando la viese y que le diría.


Coco es un primo visitante de la capital, el cual se cortó con un vidrio inglés. Se encontró con los desperdicios de Poldi, la perrita de la casa, quien evacuó y ensució el patio. Se le ocurrió hacerlo precisamente donde se dibujaban los cuadros para jugar. Las manos de los niños quedaron perfumadas por los desperdicios de Poldi, que ni si quiera el  jabón de cuaba podía combatir ese olor tan fuerte.


La abuela , Quien conocía a la perfección de los sueños y aspiraciones que tenía su nieta. En la escuela algunos la miraban extrañados. En los secreteo se contaban de un extraterrestre que se la había llevado, que dentro de la burbuja se veía lucecitas de colores. Ella no los escuchaba se concentraba en su madre, a quien sentía más cerca.


La tía Dilia les dio un anuncio muy importante el cual era que el Ayuntamiento los había elegido para representar al baile de la cinta en la fiesta del 27 de febrero, que se celebraba en el parque. Es un privilegio que los hayan escogido a ellos. Ella se sentía muy orgullosa de ellos.


Los niños incorporaban estrofas a su juego y las cantaban.


Los Dos equipos tradicionales, los Moñuses y los Pintos, quienes competían en el Patio Encantado. estaban preparados para demostrar sus habilidades en bollar y lanzar trompos.


Una maga amiga que siempre les acompañaba en los juegos, se desvaneció de pronto, prometiendo volver. Todos la esperaron llenos de esperanza.


La figura transparente de mujer, que hacía presencia en sus sueños y juegos, se hallaba enlazada. La esperaba sentada en una silla. La mirada sombra, petrificada. No era un sueño, era su madre en carne y hueso. Sus ojos verdes que contemplaban su  amor de poder ver a su bella hija otra vez.

Esa mujer era su madre. Allí disfrutaron juntas, releyó las cartas que le enviaba, los dibujos que hacía de su madre, y le  aseguró que ella también la veía en sus sueños.

Solo duro dos semanas, cuando su madre partio fue muy duro para las dos, pero La Pova dio gracias al niño Jesús por su regalo adelantado de Navidad. Después de ese gran encuentro ella se mostraba alegre, comprensiva, calmada; había satisfecho sus ansias de amor materno, al menos por el momento.


Días después era noche buena. La Pova encontró una caja grande que abrió rápido. Dentro había la bicicleta que tanto quería. Dio gracias al niño Jesús, a sus padres y a su tía Dilia, quien la ayudó a cumplir su gran promesa y motivó a sus amigos a cumplir las promesas navideñas.


Pasó mucho tiempo. Los niños que jugaban en el patio encantado se volvieron grandes y dejaron de jugar. El patio se silencio. La tía Dilia y sus hijos se fueron del pueblo. Nueve años después, la tía se marchó a vivir a otro lugar muy lejos.

Muchos años después, La Pova y Quique se encontraron frente al patio encantado. Jugaron y recordaron los viejos tiempos.


Miraron hacia el cielo. La mano de los juegos de los niños estaba feliz de qué volvieron a jugar. Dio varias volteretas, llena de alegría, y se alejó veloz, dejándolo satisfechos e impactados.


En conclusión “El Patio Encantado” es un excelente libro, ya que te enseña cómo nunca debes de perder tu esperanza. La Pova siempre supo que su madre volvería y ella se pudo reencontrar con su madre.



Keren Rodríguez Ángeles






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