El libro «La Muerte de Iván Ilich» busca contar la vida de Iván Ilich, personaje principal de esta historia; a quien el autor León Tolstoi describe como persona vulgar y sencilla; pero con mucho carisma para caer bien a los que lo rodean y ganar respecto en su círculo profesional como Juez de Instrucción y miembro del Tribunal. La historia se desarrolla en los alrededores de la gran corte en San Petersburgo, una ciudad Rusa.
Gracias a la ayuda de su padre, a su buena preparación académica y a su habilidad para hacer amistad con los altos juristas y los nobles ricos; Ilich llego a escalar muchos puestos importantes en las altas cortes. Como funcionario se manejó muy bien y no abusó de su poder. Trataba afablemente a quienes dependían de él, sin dejar de hacer ver que también podía ser implacable con los que les provocaran. Como Juez de Instrucción sabía que tenía mucho poder, aun así, no abuso de ello.
A Ilich le gustaba jugar al whist, porque era un maestro jugando a las cartas y siempre solía ganar. Aunque no le interesaba casarse, conoció a una joven hermosa, inteligente y de buena familia llamada Praskovia Fedorovna, con quien se casó. Su vida era muy agradable y decorosa, hasta que su esposa se embarazó de su primer hijo. Fedorovna cambio el sentido de su vida, pues lo celaba mucho y discutía por todo. Lo criticaba y lo hacia quedar en casa, alejándolo de su circulo de amigos y de su club social. Cuando nació su primer hijo, ella se quejaba de dolencias y malestares; para alejarse de todo eso Ilich se escudaba en su trabajo y sus ambiciones. Con el tiempo se dio cuenta que la vida de casado no era tarea fácil. De su matrimonio solo buscaba las comodidades obvias, como son: comida cacera, buen manejo de la casa, la cama y particularmente las apariencias del decoro social. Lo que más satisfacciones le daba eran sus éxitos como funcionario.
Con el paso del tiempo tuvieron más hijos de los cuales murieron dos de ellos, lo que hizo más desagradable la vida de Iván Ilich. Fedorovna echaba la culpa a Ilich de todos sus infortunios, pero aun así éste consideraba que todo esto no era anormal, sino que lo consideraba el objetivo de su vida familiar. Hizo de la fiscalía lo más importante de su vida, pues aquí podía concentrar su interés en la conciencia de su poder, la posibilidad de arruinar a quien quisiera hundir, la extrema solemnidad en como entraba al tribunal o en las reuniones de subordinados, el éxito ante superiores o inferiores, pero, por sobre todo la habilidad como manejaba los procesos, eran motivo de alegría. Lo que más me llama a atención de todo lo que he leído en estas páginas, es cómo un hombre o esposo, para apartarse u olvidarse de sus problemas familiares, prefiere refugiarse en su trabajo, las charlas con sus colegas, las comidas y las partidas de whist. Cuando lo verdaderamente importante para un hombre debe ser el bienestar y la felicidad de su familia.
Transcurridos diecisiete años de su casamiento, a Ilich solo le quedaron dos hijos vivos. Una hija de dieciséis años y un niño pequeños, ambos muy estudiosos e inteligentes. Llego el año 1878 donde Ilich tuvo el año más amargo de su vida. Su sueldo no alcanzaba y su codiciado puesto como presidente del Tribunal en una ciudad universitaria, fue dado a otro candidato llamado Goppe. Esto lo enfado y lo recriminó a sus superiores, esto hizo que en lo adelante lo trataran con frialdad y no lo consideraran para nombramientos futuros. Escaso de dinero, tomó una medida extrema y se dirigió a San Petersburgo a buscar un mejor sueldo, no importa donde, siempre que fuera lejos del ministerio que no lo apreciaba y de sus colegas que lo veían como su enemigo.
De camino a San Petersburgo, en el tren se encontró a un viejo amigo, llamado F. S. Ilin, quien le prometió ayudarlo con un buen cargo en el Ministerio de Justicia. Un mes más tarde, Iván Ilich recibió un telegrama anunciando su nombramiento en el propio ministerio, que lo colocaba dos grados por sobre sus colegas. Esto lo hizo sentir feliz, lo animó y mejoró su relación con su esposa Fedorovna. También ganó respeto entre sus colegas enemigos, quienes lo adulaban y envidiaban por su nuevo nombramiento.
Muy interesante