Aunque sea la segunda vez que leo este libro, logró monopolizar mi atención una vez más. Con sus escenas serenas, pero activas; personajes realistas, pero con el encanto de una fantasía…
Bipa es una joven bastante sensata y práctica; no entiende cómo alguien querría abandonar la comodidad y seguridad de las Cuevas donde vive su gente por aquel mundo vasto y helado. Pero un día, su amigo Aer hace justamente eso, todo por seguir la gélida luz de la estrella que lo guiaría al reino de la Emperatriz de los Etéreos, que lo había llamado desde que nació. Bipa se ve obligada a buscarlo a través de un mundo donde el invierno prevalece y el sol yace en el olvido, pues si no lo hacía ella, ¿quien tendría la motivación y obstinación suficiente para traer a su amigo de vuelta y descubrir la verdadera naturaleza de la Emperatriz?
Respecto al personaje de Bipa, me resulta muy entretenida, ya que no es muy frecuente ver personajes francos y prácticos como protagonistas, ya que no tienden a ser tan interesantes por sí mismos. En cambio, al darle una motivación para hacer algo extraordinario, la autora profundiza en su personalidad mostrando qué hay más ocurriendo en su corazón que lo que ella admite o deja ver. Me da mucha ternura como ella arriesga su vida segura y cálida para traer de vuelta a su amigo, a pesar de sus diferencias y desacuerdos.
Otra cosa que me fascina es que la autora va presentado el mundo de Bipa y Aer desde lo más ordinario, poco a poco presentando su lado más fantástico. Me gusto mucho su forma de presentar los elementos mas místicos, introduciendolos como algo normal (y poniendo al lector curioso) y luego explicando su función y relevancia mientras avanza la historia. Otro ejemplo de esto es la Emperatriz. Al ser introducida de cierta forma en la historia, el lector subconscientemente forma ideas sobre esta, hasta que llega la revelación final, siendo algo chocante, pero lógico y satisfactorio.
Otra cosa que me pareció interesante fue las pistas que se dan sobre los antecedentes al invierno eterno, y el hecho de que deja mucho a la imaginación. Indica un mundo parecido al nuestro, pero hecho único por todos los elementos fantásticos relevantes a la historia. Esto se ve mucho en esa escena en que Bipa y Aer argumentan sobre unas pinturas marcadas en las paredes de las profundidades de las Cuevas, que eran su hogar y fuente de sustento. Se preguntaban qué sería aquella bola roja flotando en el cielo de las escenas, pues nunca habían visto el sol.
A decir la verdad, me resultó frustrante que Aer estuviera tan cegado por el llamado de la Emperatriz que no fuera capaz de pensar en los que dejaba atrás en las Cuevas, en especial a su madre, y en un sentido, a Bipa. A pesar de sus diferentes puntos de vista y formas de ser, se habían vuelto buenos amigos, y a ella le importaba su bienestar, aunque no lo admitiera. Aún así, comprendo que no era tanto culpa suya, sino de la Emperatriz, pues su luz hipnótica cautivaba a todo aquel que fuera “elegido”. No solo esto, sino que afectaba drásticamente la habilidad de estos para considerar a aquellos que los rodean.
Por último, me gustaría resaltar cómo los personajes no solo cambian a través del libro, sino que presentan facetas de su personalidad que siempre habían estado allí, ocultas bajo una cierta característica o forma de ser. Un ejemplo de esto es Bipa, que a medida qué pasa el libro, ella va revelando una forma de ser más tierna y apasionada, a pesar de que todos, aún ella misma, generalmente la conocían por su forma de ser práctica e indiferente a las trivialidades del día a día. No fue que ella cambió su forma de ser, sino que su amistad con Aer sirvió para revelar esa naturaleza sacrificial, y a veces algo irracional, que podía salir a la luz si alguien se molestaba en conocerla más profundamente.
En conclusión, este es uno de mis libros de fantasía favoritos. Tiene muchos elementos fascinantes combinados de una manera única. Se los recomiendo al 100%, y espero que les haya interesado.
¡Que tengan un buen fin de semana!
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